Decálogo de la ancianidad
Prosa Aprisa/Por Arturo Reyes Isidoro.
El miércoles 26 de julio, dos días antes de que falleciera, el padre Celestino Barradas redactó todavía un decálogo para los ancianos, “de los cuales soy el primero”.
Tenía 88 años de edad y 60 como sacerdote. Todos los domingos lo encontraba temprano en la parroquia Nuestra Señora de La Piedad, mejor conocida como iglesia de La Piedad.
Llegábamos antes de la primera misa, él a supervisar que todo estuviera en orden, yo a hacer oración. Algunas veces platicábamos. Se sentía muy orgulloso de su Boletín Dominical, que redactó gran parte de su vida.
Este domingo (ayer) se repartió como si estuviera. Ya lo había dejado impreso. “Para que vivamos con alegría y no sólo recordando los años que ya se fueron”, dejó el siguiente Decálogo de la Ancianidad:
I. CULTIVARÁS EL OPTIMISMO. “Si toda vida va inevitablemente hacia el fin, debemos, durante la nuestra, pintarla con nuestros colores de amor y de esperanza”. Marc Chagall.
II. ENSEÑARÁS LO QUE SABES. “A los abuelos se les ha confiado una gran tarea: transmitir la experiencia de la vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con sencillez una sabiduría, y la misma fe: ¡el legado más precioso! Dichosas esas familias que tienen a los abuelos cerca”. Papa Francisco.
III. MIRARÁS LA VIDA CON OJOS NUEVOS. “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Ingmar Bergman.
IV. NO PENSARÁS QUE TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR. “No te entregues a la tristeza, ni te abandones a vacilaciones. La vida del hombre es el gozo del corazón, y la alegría alarga los días. Recrea el ánimo, alegra el corazón y echa de ti la tristeza, porque la tristeza a perdido a muchos”. Sir 32, 21-23.
V. ACEPTARÁS LOS CAMBIOS. “La vejez está alejada de los banquetes, de las graNdes mesas y de las copas abundantes; luego está libre de resaca, de malas digestiones y de insomnio”. Cicerón.
VI. TE ARRIESGARÁS A VIVIR NUEVAS EXPERIENCIAS. “Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será”. Miguel de Unamuno.
VII. VIVIRÁS AGRADECIDO. “Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida”. Pitágoras.
VIII. NUNCA PENSARÁS QUE HA SIDO INÚTIL LA VIDA VIVIDA. “El arma mejor adaptada como estrategia para combatir la vejez es el ejercicio de los valores humanos; éstos, cultivados a todas las edades, cuando has vivido mucho tiempo e intensamente, producen frutos abundantes, no sólo porque nunca te abandonan, ni siquiera en la última parte de la vida, por larga que sea, sino también por lo gratísima que resulta la conciencia de una vida bien vivida y el recuerdo de muchos buenos actos”. Cicerón.
IX. ENSEÑARÁS A VIVIR. “Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo”. Sofocles.
Por el X puso una nota: “En el próximo boletín te daremos el X”. Aconsejaba llevar este boletín a los ancianos que uno conociera y para todos los que son ancianos pedía disfrutar los dias que Dios les concede.
Se fue pero nos dejó un gran misterio: saber el contenido del décimo mandamiento de su decálogo. A lo mejor quiso que cada uno pensara en el suyo propio, o a lo mejor lo dejó como pendiente para tener tema de qué platicar cuando lo alcancemos a donde se ha ido.
Premonitorio
Una semana antes, en el Boletín del domingo 23 de julio, publicó: “¿DE VACACIONES? Hay un dicho que suena así: ‘El arco siempre tendido pronto pierde su fuerza’. Se nos aplica, porque necesitamos descansar. El trabajo agota; debemos darnos el descanso necesario, porque hasta la misma Biblia, al narrar los días de la creación, dice que el Señor descansó al séptimo día. Y un salmo por ahí dice que quien no sigue los mandatos del Señor, no entrará en su descanso. Por eso son 6 días a la semana para trabajar y el domingo es para descansar. Pero hay que darse varios días de descanso, según las posibilidades y los trabajos. La Iglesia también concede a sus sacerdotes un descanso anual con un mínimo de un mes. El que esto escribe no ha contado con lo anterior. Cuando era párroco sí tomaba cada año un mes o dos de vacaciones, pero ahora, que es rector, ha sido infiel a sus vacaciones. Si por ahí aparece la noticia de que me fui de vacaciones, no murmuren”.
Tristemente para sus fieles, se ha ido de vacaciones. No murmuramos. Lo recordamos con cariño y gratitud.
Ese domingo habló también de su Boletín Dominical: “es un medio de comunicación del rector con la comunidad. Le ponemos cariño y es tarea de todas las semanas. Quisiéramos que fuera muy bien apreciado y que ustedes lo leyeran con mucho interés”.
En 2014, el 17 de junio, otro bien recordado sacerdote, José Benigno Zilli Mánica (QEPD), mi maestro de Filosofía en la Unidad de Humanidades de la UV, lo calificó como “un volcán en actividad”, “como dijo alguien en Roma”. Escribió sobre él que parecía “un mago” porque donde quiera que estaba surgían obras y libros.
Hacía seis años que había llegado a La Piedad, la iglesia de mi demarcación dentro de la cual está también la Casa Veracruz. Aquí hizo su último gran trabajo como “constructor”, como también se le conocía, porque donde quiera que lo asignaban o construía nuevas parroquias, o las remozaba, o construía casas para sacerdotes, o salones para clases de catecismo.
En La Piedad construyó una casa para el sacerdote, tres salones, uno amplio para reuniones y dos para dar catecismo, rescató campanas que estaban dañadas, rescató los colores originales de la parroquia, que habían sido dañados, e incluso sembró una mata de chayotes, a la que se refirió en su penúltimo Boletín Dominical: “Ha crecido con exceso. Usted puede verla junto a la casa del sacerdote. Y si encuentra frutos, puede cortarlos y llevarlos. Son gratis”.
El padre Barradas era bienhechor y conseguía lo que se proponía. Un detalle poco conocido es que a pesar de su edad y de su ministerio, como Jesús era carpintero e incluso tenía su propio taller en la iglesia de La Piedad donde mesas y otros muebles que quedaron son obra suya. Acaso por este empeño los feligreses y otras personas de buena voluntad lo apoyaron siempre económicamente para sus obras.
Investigó en los archivos secretos de El Vaticano
La historia de la Iglesia en Veracruz no sería posible sin su trabajo. Para escribir los tres tomos sobre el tema investigó en diversos archivos eclesiásticos, incluso fue de los pocos veracruzanos que han tenido acceso a los archivos secretos de El Vaticano, donde investigó durante varios años. En Roma, donde estudió, se especializó en Historia.
Su obra bibliográfica es impresionante, en 2013 publicó sus memorias, y otro detalle es que él mismo promovía la venta de sus libros.
Le dolía lo que le pasa a Veracruz
No decía nombres, pero no era necesario, en sus críticas sobre la actuación de políticos y gobernantes. El último domingo que ofició, el 23 de julio, al abordar el tema del trigo y la cizaña hoy, dijo que Veracruz estaba “peor que nunca” viviendo un momento muy difícil a causa de la delincuencia.
Comentó que los veracruzanos eran el trigo y la delincuencia y los malos gobiernos la cizaña; que el gobierno estaba rebasado; que nadie podía vivir con tranquilidad; que la delincuencia ya no respetaba nada, ni a los propios sacerdotes ni a los niños; que ahora ya no es necesario salir a la calle para estar en peligro porque hasta a las propias casas se meten a matar.
En este espacio he publicado que él decía que todos los políticos, de todos los partidos, son iguales, que sólo era un quítate tú para que me ponga yo, y siempre estaba alertando a sus feligreses de los malos gobernantes.
Ayer temprano extrañé su presencia al llegar a la parroquia para mi oración semanal dominical. Pero lo llevo presente y lo recuerdo y siempre lo recordaré con gratitud por sus enseñanzas.
Pienso, eso creo, que qué bueno que no todo es Duarte y la miseria de políticos, de diputados, de gobernantes. Veracruzanos buenos los hay. El padre Barradas fue uno de ellos.